domingo, 26 de diciembre de 2010

CONFESO, pero NO MÁRTIR.

   Ahora, Marinela, que vuelvo a retocar mi Navidad, mi Cumpleaños, mi Aniversario, acabo de descubrirte volviendo a mi Tribu.

   ¿Qué tienes tú Marinela que te hace escribir hoy?, ¿qué tienes que te vienes a mi Tribu?. Aún estaba sin terminar y ya está mi Tribu al descubierto y sin abrigo para ti, a las 14 horas de un día de Navidad familiar.

   Qué tienes Marinela que te trae aquí cuando debías estar ocupada, muy ocupada en otras cosas. En esas de las que tanto escribimos.

   No comprendo como tú, tan vital, tan real, estás aquí a estas horas. Percibo yo, tengo la impresión a lo peor equivocada, que ni tú a esas horas en que me interpelas y me contestas, ni yo a estas horas en que me aburro del sueño que no tengo, teníamos que estar aquí.

   Yo sí sé porqué estoy, y no voy, sería absurdo engañarse, andarme con rodeos... Ya está bien! Me gustaría estar en otro sitio, o en este mismo pero no escribiendo. Escribo porque no estoy con quien quiero estar, porque echo de menos ocupar este tiempo de palabreo en hacer esas cosas tan vulgares (quiero ser así de vulgar) de los que no escriben.

   He vuelto a trabajar para no escribir, para no tener tanto tiempo para escribir. Me gusta escribir, sí, pero me gusta más amar, compartir, equivocarme, pedir perdón y ver esa basura de tele con la mano recogida, o venir a mi cama y no encontrarla vacía y fría.

   Me gusta escribir como expresión de mi pensamiento, pero no escribir como refugio de lo que echo de menos.

   Y, hace tiempo que escribo casi solo por eso.

   Y, no voy a esconderme de nada ni de nadie porque nunca lo he hecho incluso cuando me quedé sin mi hermano. Incluso corriendo el riesgo de que puede que estas mismas letras lleguen a destinos cercanos. Tengo algo claro lo que quiero; y estoy convencido de que es algo parecido, no muy distinto a lo que quiere todo el mundo. No soy tan diferente a los demás, y si en algo lo parezco, eso mismo es lo que creo me perjudica.

   No quiero trabajar para evadirme, sino pasear como te digo, bajo la luz de la luna, o bajo el sol de poniente en una mañana fría de invierno, sin prisas, de la mano, y llegar a mi casa, a tu casa, a su casa, y fregar y cocinar, y sentarme y que alguien sin pedirlo, sin contraprestación alguna a cambio deje caer sus labios sobre mi cuello, y me diga “te quiero”. Y cuando eso pase, quiero darme la vuelta, y extender mi mano a su mejilla y acariciarla, y contestar, “yo también”. Y que esa sencilla cosa permanezca a pesar del tiempo y del espacio, de los inconvenientes y de las distancias.

   En este año sabático que me he dedicado, he viajado por varios sitios de la red, y he visto que hay multitud de foros y negocios donde, como yo, hay multitud de personas buscando lo mismo, una vez suprimidos los que solo buscan otra cosa. Y, sin embargo, tanta gente, tanta gente, y seguimos solos, quejándonos, y algunos escribiendo.

   Cuando salí de la diáspora sabática y abandoné la red encontré un camino que me hizo pensar que a lo mejor no estaba todo perdido, que todavía había tiempo de ser vulgar, de hacer esas cosas vulgares de querer y ser querido, y ya sabes… que me gusta lo difícil… qué te voy a contar…

   Pero la realidad es cruel y parece que estoy castigado a no tener una existencia tranquila: Ni puedo quedarme, ni puedo irme. ¿Quién no se siente atado a los recuerdos, a la nostalgia, y a las debidas pesadas obligaciones?

   Escribiendo decimos cosas, hablamos de sueños, sobre la esperanz, la fe, la libertad, y ¿dices que tú cometes errores? Y que ¿estás aprendiendo?. Todo palabras, Marinela, y hay que vivir, no soñar, de hechos. Solo queda entonces: Resignarse, o Avanzar, incluso a riesgo de equivocarse una y otra vez..

   El juego de la vida no es tan complicado, lo complejizamos demasiado y es más sencillo que todo eso. Nosotros; si, tú y yo, que aparentamos (al menos yo, adiós a la falsa pedantería) que lo vemos desde esa óptica que parece que sobrevuela un poco por encima de los demás, en el sentido menos peyorativo del término, ¿queremos lo que tenemos?.

   Tú no sé, Marinela. Yo, así de claro: No. Y, eso me rebela, me revuelve, me altera, me ansía. Yo quiero ser egoísta conmigo (tengo que reconocer esa malquerencia) quiero sentirme algo más satisfecho en lo que me queda de vida. No puedo renunciar a lo que he vivido hasta aquí, que en un balance real, doy por bien vivido. Pero no quiero seguir porque ya no me gusta como vivo desde hace mucho tiempo. Ya he esperado más de lo que cualquier otro que no escriba hubiera esperado. Quiero poder romper con lo que tengo, y quiero romper sin dañar a nadie, y lo digo desde lo más profundo de mis sentimientos: el problema es sólo mío. Quiero romper y que esa ruptura no me suponga perder mi buena relación con nadie de mi alrededor más cercano . Quiero romper, porque mientras no lo haga, no podré conseguir ser egoísta, no conseguiré querer como yo quiero, y nadie podrá quererme como yo quiero que me quieran.

   Yo quiero demostrar que aún soy capaz de amar, porque necesito amar, y pasear y trabajar, y besar con los ojos cerrados; y dejar y que me dejen sin palabras entre las sábanas.

   Esta tontería mía hay gente que piensa que ya no es de recibo, que ya no ha lugar, que ahora lo que cuenta es permanecer impávido a que llegue la hora de terminar, y alguno/as dicen que lo único que importa son los hijos, y otro/as que “carpe diem” un día detrás de otro y lo que dure...

   Pues NO, rotundamente NO.
  Yo Esperaré, Esperaré a encontrar esas palabras y besos donde quiera que estén y haré lo posible para que alguien sienta nostalgia por mí.

 

   No sé si podré conseguirlo pero quiero estar con alguien para todo (Egoísmo Puro, Puro. Lo reconozco, pero no puedo ya abandonar esa premisa). Quiero que me quieran porque si es así yo sabré vivir en preposición para ese cariño, yo me adapto fácilmente, salvo en algunas cosas que me obligan ya por mi vida pasada (a la que como digo no puedo renunciar ya). Quiero dejar de ser soporte firme y base de nadie, estoy harto de que se espere de mi Tribu que eso o aquello lo resuelva, estoy harto de ser el que arrastra, y quiero pensar ya (estoy cansado) que no soy imprescindible, quiero hablar con claridad y decir esto no me gusta, quiero compartir y no hacer yo solo; quiero que me recojan de la mano y me digan ¡ven conmigo!, y que quien me recoja no lo haga pensando que no sirvo para nada. Tengo aún capacidad para seguir luchando y no voy a dejar de hacerlo hasta el día en que las fuerzas me fallen. Forma parte de mí forma de ser.

   Y, también sé que debo cambiar algunas cosas… importantes. No sé cómo lo puedo hacer, pero debo cambiar (me cuesta pero lo estoy intentando) esa sensación sentimentalmente fría que aparento y ofrezco que no es más que fachada para ocultar debilidades, aunque yo no las consideré nunca como tales. Quiero cambiar a que se me vea débil en los sentimientos, quiero dejarlos salir y los perciban y que reposen en esa persona que me quiera, y decirle y demostrarle todos los días lo mucho que la quiero y necesito.

   Pero, Marinela, ¿esto cómo se hace, cómo se consigue?. ¿Qué pasos hay que dar? ¿Me voy ya?: No puedo, y aunque pudiera (que estoy en ello) ¿Para qué?, ¿para seguir solo en otro sitio? . Bueno, yo me digo que quizá en otro sitio tenga alguna posibilidad de rehacerme, al menos no tendré esta diatriba de tener que buscar una excusa. O, ¿Me quedo?: No puedo, no puedo más, es como sentirse prisionero en tu propia casa, y además, (ya lo he hecho) no admito eso de las medias tintas y el disimulo ante el resto del mundo de ser solo fachada o guarda de formas sin contenido.

   Mi cuello está sin beso y mi cama fría. Al final esto es, también, una prisión que te impide llegar a conocer a nadie que esté con esta misma ansiedad o parecido anhelo, porque yo, eso también lo tengo muy claro, no voy a dedicarme a descansar mis codos en la barra de un bar, ni a salir los jueves por la noche con unops amigotes machotes a rellenar mis masculinos deseos menos ocultos.

   Quiero ir a una excursión en bici, o a una reunión, o a una visita, o a otro sitio, y que vengan conmigo y no me digan véte tú; quiero ir con alguien a una función de teatro, o a equivocarme con alguien en una película o en otra cosa, o a pasear de la mano por la orilla de la playa, o a sentarme en el sofá apoyando mi cabeza en sus rodillas, o ir a la compra acompañado, o compartir un diálogo o una discusión que acabe con un beso, quiero hablar de lo mal o bien que va la vida por ahí, o decir o que me digan si ayudo/a en eso que se está haciendo, decir y que te digan “te recojo al salir del trabajo y vamos a…", y no cito ya esas otras cosas íntimas (no únicas pero sí tan importantes) que por puro pudor no me atrevo a transcribir.

   Ya sé que es pedir seguramente demasiado. Confieso que he vivido diría Neruda, pero yo confieso y, no me avergüenzo, de querer seguir viviendo. Y, no así, por supuesto.

   He confesado y convenido mis intenciones después de cinco años en esta nebulosa, y me siento algo menos tenso por ello, lo que no quiere decir que haya variado nada mi situación aquí. Sigo sólo, en parte por voluntad propia. Y, he decidido volver a trabajar para abrir paso a esa posibilidad de salida. El capital manda e irte a vivir sin llevarte ni el picaporte y con algunas obligaciones aún gravosas, no es fácil de conseguir en cuatro días.

   Esto es lo que hay Marinela, un sinfín de cosas corrientes y vulgares que otros dirían que son chorradas, u otros se tomarían a la tremenda y hubieran o ya han acabado tirando por la ventana. Yo no pienso lo uno, ni quiero tampoco lo otro (cosas que pasan por sobrevolar un poco por encima). Creo que ha pasado una larga etapa y debe abrirse otra aunque suponga que sea una nueva etapa de soledad, pero elegida.

   Que no es fácil, seguro. Ni va a resultar para nada parecida a esos sueños que nos escribimos por los blogs. Pero la vida es así, y supera la ficción, la literatura, y como no, supera hasta incluso los más profundos sentimientos. No sé que deparará el futuro, pero si que tengo claro que no me voy a quedar sentado esperándolo.

   Conclusión: NO estoy bien, nada bien, pero NO estoy mal.

   Gracias, muchas gracias por la visita y por traerte a mi sitio ese café cálido y esta tertulia tan personal.

   Un besote muy fuerte de este pirata sin tapaojos ni patapalo. 













































sábado, 25 de diciembre de 2010

NAVIDAD, NAVIDAD, DULCE NAVIDAD para MARINELA

Dulce, dulce.
Voy a saborear la dulce
sensación de la navidad...
Qué es...? cómo sabe...?

dulce es mirarte,
dulce es sentirte,
dulce es acordarse,
sentirse recordado.

Dulce es mirar al horizonte,
mirar cada cambio de solsticio,
como éste que iniciamos,
sintiéndose amablemente acompañado.

Dulces son las barreras que no existen
y el aroma de las magnolias que te envuelven.

Dulce es ...
el barro que moldea un pensamiento
y el temblor de unos sentimientos
de amor correspondidos.

Dulce... es saber que a cada solsticio,
como la luna,
el amor crece, y se llena,
y decrece y se mengua...
mas existe... y se perpetúa
en cíclica melodía.

Dulce no es soñar
con aquello que no esperas,
y amargo el esperar a quien no llega

Dulce es...
conocer dónde está la calma
y alcanzarla...

Dulce, dulce la sensación
de ser oído en los silencios
o decir lo que se piensa
sin tener que pensar lo que se dice.

Dulce es quien escucha
la barbaridad o la estridencia,
y a pesar de ello,
la adorna y disimula
sin reproche de castigo.

Qué dulce sensación aquella
de sentir y ser sentido.


Esta es, Maria Manuela,
la Navidad que yo imagino:
aquella en que el significado
de tu nombre reverbera
para ser
aquella bella señora que nos guía.

Dulce Navidad si así te fuera,
y si no
Dulce Navidad que a tí te llegue,
esa dulce que describo,
que, amargores, ya nos sobran
como coronas de espino.

Dulce, dulce, dulce deseo
saborear la vida
como en tus sueños.
Pero la vida no es sueño
Marinela,
no podemos dejarla en la última celda,
ni las promesas, ni el amor, ni la nostalgia...
porque el tiempo inexorable de la vida
tiene su sorpresa muy escondida
hasta el amargo paladear de dónde acaba.

Y entonces, y ya lejos, descubrimos
a cuántos momentos dulces hemos renunciado
voluntaria y equivocadamente
sin saberlo, sin quererlo,
Ya lejos también regurgitamos
el terrible estereotipo
de lo que teníamos que ser
que no nos ha dejado, imbéciles de vida,
vivir aquellos límpidos deseos,
dulces y serenos,
bravos o estrepitosos,
que creímos que lo fueron y no son,
o no son como quisimos, tan eternos.

Entonces, el dulce deseo, ahora, hoy,
¿está en añorarlo?
¿está en vociferarlo?
¿está en revivirlo?

No, Marinela, el dulce deseo
no está en la esperanza
que ya se alarga y casi nunca llega,
no está en los tímidos sentimientos
que ya fácilmente se esconden,
acostumbrados como están
a las arrugas del tiempo.

No, no están los dulces deseos
henchidos ya del valor
de los pasados vituperios
ni de las ínfulas futuras.

Ahora muchos vemos el dulce deseo
como un enarbolar
un "carpe diem" permanente,
indoloro, incoloro e insípido,
hasta que la suerte nos separe;
o hasta que el destino nos depare
un amanecer distinto e irregular
donde al final se nos decubra

que sólo, sólo...

un paseo de la mano a la luz de la luna,
o bajo el tibio sol de primavera,
o el roce aterciopelado de una piel
imantada en el escondite de unas sábanas,
o un beso lento, destilado,
a ojos cerrados,
y unas caricias cinceladas
de incierto final y recorrido,
es lo único,
o casi lo único que importa.

Si unos labios tiemblan,
si un corazón se estira,
si una piel se eriza
y los ojos siguen sin abrirse,
entonces es que has vuelto a un
dulce sueño olvidado.

Mientras todo eso no ocurra,
Marinela, el sueño de la Navidad
se queda en el aletargado tiempo
de la esperanza que te digo nunca llega.

En esta esperanza, menos mal, están
las huellas del pasado,
esas que hayas labrado día a día,
y que se acuerdan de tí en estos días
y en estas lides y en esas paces.

Dulce esperanza ésta, que te recoge
entonces empática y te acompaña.

Ay! Ay de aquél que ni siquiera esas
huellas haya sembrado.

Marinela, no te puedo contar...
y por eso yo no canto, no cuento
lo que solo yo tengo permiso para saber,
pero ya he tenido varias veces
el alma conquistada,
y debe ser que
o no he sabido entregarla entera
o quien sí que me la ha tenido
no ha sabido cómo atarla.


La conquista inicial del alma es fácil,
muy fácil de conseguir,
pero hay que lisonjearla día a día,
alimentarla de luces de luna,
de primaveras, de reconocimientos,
de pieles cálidas y descubrimientos
y entregas a ritmo acompasado,
de sinsabores a medias,
de prioridades sin intermediarios,
de esperas y contradicciones,
de ritos y fantasías.

El tiempo pasa,
y es en esas pequeñas cosas
donde se curten los corazones,
y los estereotipos vuelven a ser
los testigos del devenir:
o permaneces sin el alma conquistada
y la resignación la inunda luego,
o abandonas la pelea,
en un ¿para qué? sin sentido;
o resistes y te dices a tí mismo
que ni las arrugas, ni la vida misma
van a marcar tu propia esperanza
de intentar que esas pequeñas cosas
formen parte de tu destino.

Marinela, a pesar de los altibajos, y a pesar de las arrugas, yo me considero fuerte de espíritu y de valor, de momento.

Marinela, Muchas gracias...
Y, que la Navidad -solsticio de invierno- sea tan plácida para tí y para quien tú quieras, como los dulces sueños que te deseo.
Un besito pirata...

miércoles, 29 de septiembre de 2010

DEBILIDAD

Tengo una debilidad...

Después de dormir sin sueño...

Despertar y, seguir con esta debilidad...


Es así, y así lo siento, pero no puedo olvidar... que...


Pero JB y yo sabremos despertar.

SOLEDAD !!

Vengo solo un momentito a éste, mi rincón, a desahogar sentimientos, pero... casi ni puedo.



Y, no es que haya sucedido nada especial o significativo que haya llevado mis nubes blancas a la borrasca vecina. No lo sé siquiera, aunque barrunto que ya anoche me sentía predispuesto... por lo que hoy se avecinaba. Es como ese dolor de muela que se anticipa cuando va a cambiar el tiempo.



Tengo el corazón estrujao... y mejor que nada, que casi no puedo... voy a transliterar ese párrafo de Boabdil (*) que, ahora, me va a servir para vaguear sobre mis propias letras:



"A partir de esa noche se materializaron mis tormentos. La soledad del que está solo no es la peor, porque aún le queda la esperanza; pero a la soledad del que está acompañado por quien no le corresponde sólo le queda la desesperación. No es posible conquistar a quien ya es nuestro, a quien nos obedece con sumisión y afecto, pero con un afecto que no es equiparable al que nosotros requerimos. El amor seguramente no es más que un deseo, y el placer seguramente no es más que un alivio del dolor que ese deseo nos produce; pero cuando el deseo no se sacia, sino que se multiplica, el dolor, en lugar de calmarse, crece hasta hacerse irresistible. Es una hidropesía (derrame o acumulación anormal de...) en la que el agua da más sed; en la que se bebe a conciencia de que es en vano todo, y de que el mal está dentro del hidrópico mismo, y de que hasta el beber es ya también un daño, quizá solo inferior al que nos produciría el no beber."

Mejor me retiro, me lloro un rato, duermo sin sueño, y después... vuelvo y  nos escribimos algo si puedo.

(*) El Manuscrito Carmesí. Antonio Gala. Pg.167. Colecc. Booket. Edit. Planeta. feb.2006.


29S Razones para todo, Acciones para nada


Pues nada. Resulta que todo el mundo se queja; nos quejamos.


Y envueltos en la zozobra del egoismo individualista todos tenemos unas razones, convincentes o no para otros, que solemos airear porque nos sirven a nosotros mismos.


El caso es que, en general, en los entornos de la ciudadanía en la que te mueves casi todos los días, no parece dudoso para nadie que las culpas de esta zozobra se encuentran en la falta de confianza que tenemos ya sobre casi todo: ni estado, ni empresa, ni sociedad, ni mucho menos en las personas que se van poniendo zancadillas en las esquinas por situarse después y durante el mayor tiempo posible lo más próximo a la cumbre de cualesquiera de estas instituciones.


Para ello, sea desde los partidos o desde los sindicatos o desde las empresas o desde la universidad o desde la asociación ésta o aquélla, entre casi todos, hemos ido articulando unos escalones de acceso en los que, a estas alturas, ya tampoco confiamos.


En ese maremagnum de desconfianzas generalizadas es donde todos encontramos razones para todo, según el interés individual de cada cual: para estar a favor o en contra del gobierno, de la oposición, de los sindicatos, de las leyes, o incluso de tus vecinos más próximos según coincidan o no con tus argumentos.


Nos hemos acostumbrado, además, a la impotencia: A esa sensación de que hagas lo que hagas en pro de tus ideas, nunca vas a conseguir la satisfacción de verlas cumplidas como tú consideras que debieran. Acabas pensando, pues, que se tratarían de Acciones para nada.


Esta es la sociedad que hemos construido. Entonces solo confiamos en ella si los vientos son favorables y las economías nos permiten tener y ambicionar. Pero cuando las cosas van mal, ¡maldita sea! que tenemos nuestras Razones para todo y no cabe hacer Acciones para nada.


Así llega mañana en los malos tiempos.
Y es imposible tener razones para todo.
Y es falso que las Acciones sean para nada.


Un repaso detallado a la Historia del ser humano nos demuestra que la evolución solo se consigue con tantas razones como acciones derivadas. Las consecuencias de éstas nos han llevado paso a paso por diversos estadíos o ciclos y falta saber cuál es el último.


Pasado mañana se inicia otra etapa que va a responder a las acciones que hayas tomado libre o influidamente con tus propias razones cuando se sumen a las del resto de los ciudadanos.


Tanto unos como otros podremos, luego, seguir quejándonos o felicitándonos, pero todos, todos seremos responsables de todo.


¡No nos equivoquemos también en eso.!

.
... TribuLuis

martes, 28 de septiembre de 2010

HOLA, Ola

Hola, Ola:

Empecé hace unos siete meses a “construir” un “bloooogggg”; éste que tienes entre ceja y ceja. Por entonces fue un ejercicio de “chapuza informático”. Me explico: el caso es que me enfadé un día; sí, me enfadé mucho cuando leí, en un e-mail de esos que rebotan y rebotan por los buzones electrónicos, la carta del Ministro que está en la primera entrada.

Me puso en órbita; y como pienso que la literatura brota más y mejor cuando el estado anímico del ser humano está, por sí enclaustrado, o por los demás encarcelado –aún conservo el recuerdo de las clases de aquel granaíno profesor de lengua en bachillerato-. Bueno, bueno, pues me puso que no lo pude resistir: ¡a este ministrillo me lo pongo yo...!.

Me armé, ocioso, irritado, tecla en ristre. ¡Cuánto tiempo hacía que no me daba por ahí!. La ocasión lo merecía y escribí en las sábanas de Word la contestación ministerial que si alguien ha llegado hasta aquí, ya habrá leído con sonrojo, porque a mí, eso me dicen, se me ve bastante el plumero.

Me gustó lo que hice –pecaré de soberbio- y además: ¡qué bien, pero qué bien y entretenido se está escribiendo!: ya sabes, esas cosas que empiezas de juventud tras haberte leído a matacaballo el mortero de Cien años de soledad o La Regenta (que no el Quijote, que nunca lo conseguí). Te da entonces por caligrafiar unas letritas; las enseñas así como temblando, pero tímidamente orgulloso y alguien te adula espetándote… “chico, esto está muy bien… sigue…”, pero luego, ¡ay luego! abandonas porque te das cuenta de que en los tiempos que corrían y que ahora vuelan, no cabe; que no, que no cabe; que antes está el futuro y el futuro no se fabrica con “letritas”, sino con letras de las otras, de las de cambio de verdad. Cuando te das cuenta vives cabalgando por la vida en un trepa que trepa, y ese montón de afectos que has tejido a tu alrededor se ve, a diario (tú menos, que no tienes tiempo) y en "replay", los tropecientos anuncios de televisión que dicen lo que hay que tener y a qué puedes aspirar tener, según la suerte ganada o sobrevenida de lo que a uno le haya deparado su posición capitalista.

¡Vamos!, que te queda -si de verdad te gustaba- como ese olor maravilloso a la malta con leche con galletas que ibas a deleitar al colegio de monjas del barrio por las tardes si, para el bautizo de las cinco, te ofrecías al cura para darle una hostia y un vasito de vino y le hacías unas pasadas del cepillo –recaudador, digo-. Te queda, pues, esa cosa del "algún día...", cuando pueda, cuando tenga tiempo volveré. Pero, volveré, eso sí que ya te dices... cuando las oscuras becquerianas golondrinas.

Héme aquí entonces arrastrado en el tiempo y llegadas las arrugas que, con las ínfulas disparadas al ministro canadiense, han vuelto letras, letritas, “las tupidas madreselvas / de tu jardín las tapias a escalar / y otra vez a la tarde, aún más hermosas / sus flores abrirán”.




Sr. Ministro canadiense, ¿quién lo iba a decir? hasta debo agradecerle esta nueva primavera, me dije. Y, ya que me florezco en ella, no vamos a hacerlo solo para adentro sino que, ya puestos (adiós vergüenzas), hagámoslo hasta por fuera del tapial. Y, aquí está el “chapuza” Luis. Como me seducía la idea de reverdecer y los caminos del papel ahora van por las "autopistas de la información” (qué nombrecito) canalizada -como siempre- por los que mandan y hay que “tragar”, se me ocurrió: Pues…. A ver... Pues... Un “Bloooogggg”.

Ay, ¡caray!, pero ¿eso cómo va?, ¿cómo se hace?. Un "bloooogggg"

Jugando, jugando a ello, fui descubriendo algo y... poniéndolo en práctica me salió este “TribuLuis” profano y deslucido. Seguro. Pero una vez en el taller con estas manitas dije: sigamos de aprendiz.
Sr Ministro canadiense, ¡no se lo va a creer! ¡qué bien me vino mi cursiva con soberbia para esto!, que hasta me estoy planteando incluso perdonarle un poco.... Por no leerme. ¡aclaro!.

He practicado un poco más desde entonces pero lo he hecho (no mucho tampoco) en otro propio “bloooogggg” de cuyos contenidos, en forma de un diario personal –hoy menos mal que destruido-, no puedo dar ni siquiera explicaciones porque hasta ellas mismas -ya lo creo- tendrían miedo de salir.

TribuLuis se quedó ahí, así desde mi ira contra el Sr. Ministro, esperándome. Y hoy, como una Ola que rompe sobre la orilla, me ha salpicado de nuevo y siento su frescor salitroso donde el sol se mira al espejo. Por eso vuelvo, Ola, por tu estallido, al ánimo de aquella juventud (qué tontería tan imposible) y me dispongo, sin alertas, sin obligación ni témpora, a contar o cantar o decir o llorar o reir de otras fechorías ministeriales (las que vea, o lea o sienta o padezca) o, ¿a ver por qué no?, de esos besos amables y caricias tiernas de verdad de los quinceañeros que todos, esperanzados (para qué vivir si no), confiamos en recuperar; que al fin y al cabo, seamos como seamos, estamos en la misma Tribu. ¿O no?

Pero eso será ya otro día.
Nos escribimos, ¿vale?.

domingo, 28 de febrero de 2010

Sr. Ministro

Hola a tod@s:
Me acaban de mandar un e-mail, de esos que abundan, ya sabeis, a modo de “chiste-curiosidad” y no he podido por menos que caer en la tentación de seguir jugando con él. Imagino que puede resultar algo largo, pero bueno, me he dicho ¿por qué no lo voy a airear junto con la contestación que yo he hecho al mismo?, así que ahí va el Chiste-Email:


Una canadiense pacifista (o francesa, o alemana, o italiana, o española, o inglesa, o danesa, o belga, o …) escribió a las autoridades de su país quejándose del trato que se da a los "insurgentes presos" (terroristas) detenidos en Afganistán, y su carta fue contestada por el ministro de Defensa en los siguientes términos:

Estimada ciudadana comprometida:
Gracias por su carta en la que expresa la preocupación por el trato que damos a los terroristas talibanes y de Al Qaeda en manos de las Fuerzas Armadas Canadienses. Se los transferimos al Gobierno de Afganistán que los mantiene presos en su sistema carcelario. Pero, en atención a las quejas que recibimos de ciudadanos comprometidos como usted, hemos creado un nuevo programa LARK [iniciales en inglés para Responsabilidad Aceptada de los Liberales para con los Asesinos].
De acuerdo con ese programa, hemos decidido seleccionar un terrorista y colocarlo bajo la dependencia de la familia de usted. El próximo lunes tendrá usted en su casa a Alí Mohamed Amé Ben Mahmud (puede llamarlo simplemente Amé). Espero que puedan tratarlo amablemente tal como exigía usted en su carta de protesta. Lo más probable es que necesite usted contratar a algunos ayudantes para esa misión. Cada semana nuestro departamento le va a hacer una visita de inspección para comprobar que se tienen en cuenta los principios de buen trato que exigía usted en su carta. Debo advertirle que Amé es un psicópata extremadamente violento, pero confiamos en que, con la sensibilidad que usted manifestaba en su carta, logrará superar ese inconveniente.
Seguramente tiene usted razón al describir esos problemas como meras diferencias culturales. Pero insistimos en que su huésped resulta extremadamente eficiente en el combate cuerpo a cuerpo y que puede matar con un lápiz o un cortaúñas. Le rogamos que no le pidan a Amé que demuestre esas habilidades en el grupo de yoga al que usted asiste.
Además, Amé es un experto en fabricar artefactos explosivos con productos caseros; así que tenga bien guardados en casa esos productos a menos que, en su opinión, esa decisión pueda ofender a Amé.
Finalmente, indicarle que el terrorista no querrá relacionarse con usted o con sus hijas (excepto sexualmente) puesto que él considera a las mujeres como meros objetos. Ese es un aspecto muy sensible, puesto que se le han observado tendencias violentas respecto a las mujeres que no cumplen con el atuendo prescrito en las costumbres islámicas. Así pues, confío en que a usted no le moleste llevar el burka; de ese modo contribuirá usted a respetar la cultura y las creencias que manifestaba en su carta.
Gracias otra vez por su preocupación. Estamos muy reconocidos a las personas como usted e informaremos a nuestros conciudadanos de su cooperación.
Buena suerte y que Dios le bendiga.
Atentamente, Gordon O’Connor, ministro de Defensa”.


RESPUESTA DE "YO" (español pacifista que también dirigiría la misma carta al Ministro Canadiense, Español, Belga, Usa, Francés...):

Estimado Sr. Ministro:

En principio, agradezco de forma sincera el interés que ha mostrado por contestar a mi petición, hecho que ya es de reconocer dada la distancia que nos separa.

Como he podido comprobar nuevamente, está usted muy bien informado (¿porqué será?) respecto a mi capacidad económica y mis ocupaciones ociosas, por tanto, debería usted saber que Sí estaría dispuesto a formar parte del citado programa LARK -no le quepa la menor duda- pues, si de mí dependiera, y si dispusiera de los mismos medios humanos, técnicos, económicos, sanitarios y educacionales (no suyos sino puestos a su disposición por todos los ciudadanos) y las virtudes humanístico-ideológicas que se desprenden de su trayectoria político-profesional, le pediría por favor que no se ocupara Vd. de esa reivindicación mía, puesto que yo mismo lo haría con sumo gusto dejando para Vd. que se dedicara a otras actividades público-sociales a las que yo no pudiera llegar, como por ejemplo, la de suprimir su Ministerio, ya que, como yo, muchos otros ciudadanos pensamos que su existencia es, seguramente una, entre otras, de las causas por las que nuestro referido Amé ha llegado a tener las cualidades, disfunciones y comportamientos humanos que Vd. describe.

Y, como continuación a su elevado interés por la salvaguarda social general, le rogaré (bueno, No, quiero decir le solicito), que como yo también soy un ciudadano bien informado ponga también interés en reubicar a los 60 niños gitanos, sudacas, magrebíes y negros y discapacitados psíquicos -muchos de ellos musulmanes/islamistas- que ha repartido por los 3 de los 4 colegios existentes en mi distrito, y tenga a bien realizar ese reparto incluyendo al 4º colegio (público-concertado-con los últimos adelantos y elenco profesoral) al que asisten gratis (fuera de su barrio, y ajeno a baremos igualitarios) sus dos hijos y los de tantos otros hijos de gente “Bien" como Vd. Y, si me apura mucho, y eso no fuera enteramente posible, reordene el reparto de 3 de los 4 coches policiales que se encargan de la vigilancia de ese “su” colegio, de forma que los otros 3 colegios puedan tener algún velador público a su servicio.

En definitiva, ¿quiere que siga???? No creo que sea preciso gastar tanta letra. Tengo tres mil solicitudes más que podrían ser de mí y de su interés, pero como Vd. sabe que yo sé que aunque se las haga, lo normal es que no las vaya a atender porque dirá que soy un ciudadano díscolo, asocial, despreciable, maleducado, desagradecido, o todo lo más, sonado (salvo en época de elecciones en que me necesita Vd "a cagar"), entonces me limitaré a repetir lo mismo que Vd. pero en sentido contrario: “Estamos muy poco reconocidos a las personas como usted y, no se preocupe, que no hace falta que informemos de ello al resto de nuestros conciudadanos sobre su general falta de cooperación si no redunda en su propio beneficio, puesto que ello es de sobra conocido por casi todos a los que les ha llegado lo suficiente para alcanzar un poco de cultura-social.

Quizá o Seguramente sea porque Vd. ya sabe todo eso que Vd. me desee al final de su carta la "Suerte" que Vd. ya posee (pues es consciente de que a mí, y a tantos como yo, sí que nos hace mucha falta), y que "Dios" me/nos bendiga” ya que voy a tener que seguir sin que políticos como Vd., de por sí o presionados por las “fuerzas vivas” o sus “sobornadores oficiales”, atiendan las necesidades y requerimientos que les hacemos lo/as ciudadano/as .


Y, todo esto que le contesto, siento reconocérselo, no es "atentamente". Es lo que pienso, y que sé que piensan muchos otr@s ciudadan@s más, si es que aún me lo puede o nos lo puede permitir pensar.

Salud.
TribuLuis.